Todo a su debido tiempo y lugar, de lo contrario, pierde su valor.
Postergar o aplazar no sólo es un mal hábito, también trae consecuencias negativas. Es muy difícil contar con personas incumplidoras que a pesar de que tienen verdaderas buenas intenciones y pretenden cumplir con las promesas, compromisos y trabajos, no lo hacen. Siempre cuentan con un buen pretexto, a veces real, que los complica así que cuando finalmente terminan el trabajo es quizá demasiado tarde.
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